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Teniendo en cuenta el tema de la producción cultural, el país del pasado vió nacer a un escritor como Onetti y a un pintor como Torres García. Por el teatro pasaron varias figuras y lo siguen haciendo, porque su movimiento es casi vertiginoso para un mercado tan limitado (se estrenan más obras aquí que en Broadway). No ocurre lo mismo con la tradición audiovisual que recién parece querer despegar en éstos últimos tiempos. Mucho se comenta de los primeros intentos, que pretendieron tanto o que manejaban conceptos que el público uruguayo en general no supo interpretar. El año pasado se estrenó la película "Una forma de bailar" de Alvaro Buela, historia sumamente simple que no pretendía más de lo que era. El público la aceptó. Lo que le gustó a la gente es verse en la pantalla, distinguir cosas y costumbres de su país, se enorgulleció con esa suerte de espejo. Ese fue tan sólo un camino, pero existen millones más. Me gustaría por último referirme a la otra cara del asunto: el consumo de la cultura. La reducida población limita el desarrollo del espectáculo por una simple cuestión de mercado. Pero la situación es diferente en el caso del teatro que en la del cine. El teatro en general no atrae a los jóvenes actuales. Me parece que están adaptados a otro tipo de estética, ritmo y narración. Al teatro hay que aprender a quererlo, hay que acostumbrarse a sus tiempos, hay que comenzar a sentirlo. Por eso me llama la atención la cantidad de público jóven que visita los escenarios hoy aquí, es como si exigieran un descanso a la sucesión de imágenes, a la lejanía que a veces provoca una pantalla y pidieran actores de carne y hueso a los que inclusive pueden escuchar respirar. Es importante que se llenen de espectadores las butacas, porque hay mucha gente que come y se desvive por el teatro y es duro ver frustradas las ganas de muchos. En cine es otro el tema. Aquí el problema es la cantidad de películas que efectivamente se pueden traer. Por supuesto llegan las más taquilleras, sobretodo las norteamericanas. Pero existe una gran carencia de lo que se llama cine extranjero. Tan sólo Cinemateca, que es una organización sin fines de lucro autosustentada a través de sus socios, logra traer piezas interesantes y por supuesto inéditas en las salas cinematográficas del país que de otra forma jamás llegarían. Los estrenos mundiales llegan lentamente. Al final de ésta columna presentaré un detalle de lo que se está mostrando en el Uruguay, algunas películas que yá fueron premiadas con el Oscar recién se integrán al repertorio. Este breve panorama, para nada exhaustivo, quizo tan sólo servir de cerradura para poder vichar lo que está ocurriendo en el Uruguay. Los próximos capítulos referirán a temas específicos, a obras específicas. Me despido por acá hasta la próxima entrega. Agustina Chiarino.
Agustina Chiarino. |
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